El terrorismo armado sustentado por Irán y dirigido por Ismail Haniyeh...

Hace tiempo que Israel y los israelíes llegaron al convencimiento de que lo que ocurría en Gaza no tenía solución. Desde que el grupo terrorista Hamás tomó el control de la franja desvaneció cualquier posibilidad de contar con un interlocutor pragmático que pueda sentarse en una mesa de negociaciones. Sobre todo, si tenemos en cuenta la dificultad que existe para encontrar un lenguaje común entre un político y un terrorista, entre un pensante y un fanático, entre el que pretende convivir con el que quiere destruir al otro.

El terrorismo armado sustentado por Irán y dirigido por Ismail Haniyeh - un oscuro personaje que tutela a los subversivos desde su rimbombante residencia en Qatar - desplegaron un sistema aberrante de dominio sobre la población palestina. Ambos, en conjunto o por separados y utilizando la “religión” como bandera, han propuesto un régimen de terror sobre la población civil palestina que ya no puede acceder a una mínima posibilidad de vivir en paz en una tierra donde nunca más hubo elecciones.

Al cumplir sus primeros 75 años de vida, el Estado de Israel se ha convertido en líder mundial en materia de tecnología y cibernética, en un insoslayable innovador agrícola y por su naturaleza geográfica, en una potencia militar. A pesar del siempre hostil y peligroso escenario geográfico, exporta gas natural desde los fondos marinos del Mediterráneo en colaboración con Grecia, Chipre y Egipto. En ese contexto, la última novedad fue que Israel se estaba preparando para servir de puente terrestre para productos enviados desde los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita a Europa. Una verdadera afrenta para los intereses iraníes en su afán de mantener la hegemonía en el mundo árabe.

Por eso el 7 de octubre, por eso esa matanza impiadosa de los mercenarios del terror que envolvieron al mundo en un manto de miedo, de odio, de asco y de rencor, desdibujando para siempre la realidad del otro, sobre todo cuando los bárbaros se enamoraron de su propia irracionalidad.

Así nos invadió esa rara sensación de extranjería que mucho tiene que ver también con el paso de los años, esos años que me otorgan la frialdad del análisis basado en la experiencia. Desde allí, desde ese cúmulo de realidades que van cambiando en nosotros y fuera de nosotros, desde esa lucha interior del no querer abandonar nuestro lugar en el mundo, fue creciendo una rara mezcla de rebeldía y justicia que propuso lo contrario.

Y aquí estoy a la espera del llamado; pensando en que la vida no es para siempre y la muerte no es el final, que lo que cuenta es seguir o marcharse con el valor de haber servido y a pesar de la mochila de tiempo, quiero o al menos pretendo, servir del lado justo con la sana etiqueta del voluntarismo.

Es muy probable que sepas quien soy, aunque no conoces mi historia, has oído mucho de lo que he hecho o vivido, pero no lo que he pasado. Sabes dónde estoy, tal vez hasta donde vivo, pero no de dónde vengo o mis raíces y aunque muchas veces veas una sonrisa dibujada en mi rostro, no sabes de mis sufrimientos, de mis metas, de mis desafíos o de mis temores. Entonces, deja de juzgarme, leerme o conocer mi nombre, no significa que me conozcas y sepas lo que siento…