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WELCOME TO MIAMI

  • Writer: Juan Carlos Maimone
    Juan Carlos Maimone
  • Jul 9
  • 4 min read

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“Bienvenidos a Miami y sus playas…” Se escucha en la rutilante terminal aérea mientras nos sumamos a una marabunta humana que se debate en las interminables colas de acceso…


Pasajeros de todas las nacionalidades pugnan por enfrentarse a un arrogante oficial de inmigraciones que nos cuestionará hasta en que pensamos con la fantasía a cuestas de convertirse en el héroe de la jornada.

Más tarde, mucho más tarde, la otra misión, la de encontrar el carrusel donde debemos recoger nuestro equipaje. Caminamos de un lado para el otro preguntando a los agentes que no se enteran de nada a pesar de sus uniformes representando a distintas aerolíneas, pero que en realidad, trabajan para una empresa de servicios, las que brindan muy poco o ningún entrenamiento. En otras palabras, servicios tercerizados para abaratar costos que le dicen.

Finalmente, damos con el carrusel asignado, pero aún con maletas de otro vuelo, por lo que debemos seguir esperando a que media hora más tarde, aparece nuestro preciado equipaje. Ahora sí…

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No, ahora no… Al salir de la terminal, un pandemónium de autos malamente estacionados, conductores peor educados y agentes del Condado con actitudes gestapezcas, brindan un escenario sencillamente lamentable para el viajero que ingresa a la que se supone, primera potencia del planeta.

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Al salir de la terminal, el primer contacto con la ciudad del sol no es menos triste. El tránsito totalmente colapsado por vehículos de toda índole, calles cortadas para vaya a saber qué, vetustos semáforos mal ubicados y peor sincronizados junto a policías indolentes charlando animadamente entre ellos, mientras quienes pagan sus salarios tratan infructuosamente de llegar a su destino.

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Luego de una verdadera calamidad vehicular, llegamos a South Beach. Allí nos encontramos con gente que suele convertir la calle principal en una gran fiesta callejera, bloqueando el tráfico mientras beben y bailan al ritmo de reggaetón. La música a todo volumen, multitudes de jóvenes escasamente vestidos y el ocasional olor a marihuana, se mezclan en la icónica avenida de la ciudad, con sus característicos edificios Art Decó. Estos festejos, sencillamente se han descontrolado en el tiempo con riñas de todo tipo incluso violentas y que en los últimos años ha dejado hasta muertos en diversos tiroteos.

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Lo fines de semana de Ocean Drive (que suelen ser el centro de fiesta de miles de personas que llegan a Miami Beach) parecen últimamente un tanto más tranquilos, aunque no mucho.

La realidad, es que Miami dista muchísimo y no tiene nada que ver con el resto de los Estados Unidos y la lógica pregunta sería, por qué…? Una de las respuestas concluyente sería que más de 110 mil cubanos ingresaron legalmente a Estados Unidos a través de vuelos comerciales y procesos de libertad condicional desde finales de septiembre hasta finales de diciembre de 2024, mientras que – según el Dpto. de Inmigraciones – 150.995 lo hicieron a través de la frontera con Méjico. Como es natural, una enorme mayoría recala históricamente en nuestro Condado, lo que produjo un colapso no sólo en el tránsito, si no que en todos y cada uno de los sistemas existentes.

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En este contexto; los contribuyentes de esta geografía son los peores representados del país y si uno analiza los apellidos de quienes tienen el sagrado deber de velar por nosotros junto a algunos emergentes, podemos entender el éxito de la tristemente célebre revolución castrista. Es decir; la política de nuestro Condado hace tiempo que está poblada de ineptos y oportunistas advenedizos, esos que cada mañana se miran en el espejo para comprobar que están despiertos y celebrar su buena suerte.

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En tiempo de elecciones se devanan en promesas que saben de memoria no van a cumplir y después desaparecen como por arte de magia, dejando hundidos en un mar de incertidumbres a quienes les otorgaron el poder que ostentan, pero que no ejercen. La mayoría no tienen idea de lo que ocurre en sus distritos, simplemente porque no lo conocen, porque no les importa o sencillamente, porque no viven en ellos que es lo que corresponde.

Hoy los datos indican que alrededor del 72,3% de la población de Miami es hispana, lo que se traduce en alrededor de 1,85 millones de personas. Sin embargo; esto no se ve reflejado en las oficinas federales, estatales o condales, por lo que hacer un trámite en nuestra ciudad y en el idioma de la mayoría, es una verdadera misión.

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Llamar a una de estas dependencias y que un ser humano nos atienda, no existe. En el mejor de los casos, te mandan a resolver la consulta a las páginas web (léase, oficina de Niños y Familias, Seguro Social, Tarjetas de Alimentación, Licencias de Conducir o de Identificación, Plan Ocho, etc., todas atinentes a personas de la tercera edad) lo que llama a preguntarse: Si tenemos en cuenta que el condado de Miami-Dade alberga una población importante de adultos mayores, con más de medio millón de residentes de 65 años o más, quién de ellos puede llevar a cabo algún trámite a través de un computador…? Pero claro, este sistema por demás caprichoso e incoherente, se sustenta en la idea de que quien se sienta en un escritorio del gobierno, piense, sirva y trabaje lo menos posible.

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La otra vía – y ya hecha una cultura – es conocer a alguien de nivel en el gobierno, para pedir ayuda o lo recomiende. De ahí que Miami a sido bautizada como “la ciudad de departe de”, que eso sí funciona.

En otras palabras; nuestro Condado se ha convertido en uno más del "Tercer Mundo", el más cercano a los EE.UU, es cierto, a pesar de que nuestros políticos se empeñen en seguir alejándolo cada vez …

 
 
 

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